Inició con un solo empleado y trabajaba 14 horas diarias; fue ejemplo de esfuerzo y dedicación

El icónico empresario Leopoldo Amutio de Diego falleció este miércoles, dejando tras de sí mucho más que el legado de las Ferreterías Calzada. Su nombre está inscrito en el tejido económico y urbano de Guadalajara, ciudad a la que adoptó —y que terminó adoptándolo— desde que era apenas un bebé.

Nacido en Mazatlán, Sinaloa, en el seno de una familia española dedicada al comercio, Amutio llegó a Jalisco por razones médicas.

Sin embargo, lo que parecía una visita temporal se convirtió en destino: desde entonces, no sólo echó raíces, sino que ayudó a construir el suelo sobre el que se erige buena parte de la ciudad como la conocemos actualmente.

Como un gran visionario, fundó Ferreterías Calzada en el año de 1953 con un local modesto y una idea clara: apostar por una Guadalajara en expansión.

Su instinto lo llevó a instalarse junto a la nueva Central Camionera, y su intuición resultó más que acertada, ya que en poco tiempo convirtió ese pequeño negocio en una referencia del ramo, primero en la ciudad y luego en el Estado.

Pero su legado no se limita a los tornillos y las herramientas. Leopoldo Amutio fue uno de los empresarios detrás de Plaza del Sol, el primer centro comercial de su tipo en América Latina. Apostó por una zona que en aquel entonces era considerada demasiado lejana del Centro y ayudó a redefinir la manera de consumir, convivir y crecer en la ciudad.

Amutio no soñaba con ser magnate, pero su trabajo, disciplina y sentido de oportunidad lo convirtieron en un referente inevitable del empresariado tapatío. Se va un hombre que entendió el pulso de su época y que supo transformar cada reto en un proyecto duradero. La ciudad que ayudó a edificar lo recordará como uno de sus grandes impulsores.

Guadalajara se despide de Leopoldo Amutio de Diego, uno de sus hombres más notables. Con su obra, visión y esfuerzo incansable, fue parte fundamental de quienes abrieron camino para la ciudad moderna que hoy conocemos. Entregó su vida al desarrollo de Guadalajara. Entre los grandes proyectos que encabezó destacan Ferreterías Calzada —empresa especializada en ferretería, tlapalería, herramientas e insumos industriales y domésticos— y su participación como uno de los 12 empresarios visionarios que hicieron realidad el concepto de Plaza del Sol. Esta última, una apuesta sin precedentes en México, cambió para siempre la lógica comercial de la ciudad.

Antes del éxito y de convertirse en una figura clave en la modernización económica de Guadalajara, Leopoldo Amutio llegó a la ciudad por circunstancias del destino. Nació en Mazatlán, Sinaloa, hijo de una familia de comerciantes españoles establecidos en ese estado desde 1927. Siendo apenas un bebé, padeció un trastorno intestinal que no pudo ser atendido en su ciudad natal, por lo que la familia se trasladó a Guadalajara en busca de atención médica. Este viaje le salvó la vida y, desde 1941, la familia se estableció de forma definitiva en Jalisco, adoptando con plena identidad su nueva tierra.

Leopoldo inició su carrera laboral como ayudante de bodega en una tienda de textiles a los 19 años. Aunque joven e inexperto, ya mostraba una inquietud natural por los negocios y una herencia comercial transmitida por su familia. Sus primeros intentos como emprendedor no prosperaron, pero no desistió. Siguió el consejo de su padre, Don Leopoldo Amutio Corvera —un hombre atento a los cambios—, quien le recomendó aprender a fondo el ramo ferretero.

Ese consejo se convirtió en una guía de vida, al igual que otra máxima paterna que lo acompañó siempre: “Nunca gastes más de lo que ganes”. Leopoldo comenzó a trabajar en una ferretería propiedad de un amigo de su padre. Ahí absorbió todo el conocimiento del oficio y vislumbró su futuro. Cuando el papel de empleado le quedó corto, propuso a su padre fundar juntos un negocio propio. Don Leopoldo accedió sin titubeos.

Leopoldo tenía un ojo certero. Decidió que su ferretería debía establecerse en Calzada Independencia, al enterarse de que en esa zona se construiría una nueva central de autobuses. Apostó por el crecimiento de una ciudad que entonces tenía apenas 450 mil habitantes. Así nació Ferreterías Calzada el 12 de octubre de 1953, en la esquina con la calle Los Ángeles. El local tenía un solo empleado y apenas 300 metros cuadrados.

Gracias a su ingenio y tenacidad, la empresa creció de forma sostenida hasta convertirse en la principal comercializadora de herramientas en Jalisco y alcanzar presencia fuera del Estado. Hoy, la antigua Central Camionera ha perdido su esplendor y es un espacio olvidado. Pero en su momento fue símbolo de prosperidad, y Leopoldo supo convertir esa oportunidad en una base sólida para su legado. Tenía apenas 23 años.

Años después, Leopoldo confesó que nunca soñó con un imperio, sino con tener un negocio digno y competitivo. Las circunstancias, el trabajo constante y el apoyo de su familia lo impulsaron más allá. Sus hermanos ocuparon puestos clave y fueron fundamentales para el crecimiento de la empresa. En 1972, su hermano Miguel Ángel se independizó y fundó su propia ferretería, lo que generó una ruptura entre ellos. Afortunadamente, con el tiempo sanaron sus diferencias. “Perdimos durante algún momento la amistad”, dijo Leopoldo. “Lo bueno es que tiempo después pudimos reanudar nuestra fraternidad”.

Otro momento trascendental fue su matrimonio con Bertha Villa de Aguinaga, el 19 de octubre de 1957, cuando ella tenía 19 años y él 27. Tuvieron siete hijos, 20 nietos, 21 bisnietos, y la familia sigue creciendo. Leopoldo y Bertha compartieron toda la vida.

La visión de Leopoldo Amutio también fue decisiva para la modernización urbana. Fue uno de los doce empresarios que impulsaron el proyecto de Plaza del Sol, el primer centro comercial de su tipo en América Latina. Su construcción parecía una locura: alejada del Centro Histórico, en una zona semirural. “Decían que estábamos locos por querer construir ahí”, recordaba Amutio. Plaza del Sol fue inaugurada el 25 de noviembre de 1969 y marcó un parteaguas en la historia del comercio organizado en México.

El centro comercial descentralizó la actividad económica de Guadalajara, abriendo nuevos polos de desarrollo y anticipando el crecimiento de la metrópoli. La apuesta de Amutio contribuyó a consolidar a Jalisco como referente del dinamismo comercial e inmobiliario del país.

La vida y obra de Leopoldo Amutio de Diego representan un testimonio del poder transformador de la fe, la disciplina y la visión. Con cada proyecto, dejó una semilla para el desarrollo de su ciudad. Con su partida, Guadalajara no sólo despide a un empresario ejemplar, sino a un hombre que la amó profundamente, que creyó en su potencial y que trabajó para convertirla en lo que hoy es.

Un personaje extraordinario

El empresario Leopoldo Amutio de Diego dejó una huella imborrable en Guadalajara como fundador de Ferreterías Calzada y cofundador de Plaza del Sol. Su apuesta por el crecimiento urbano y comercial fuera del Centro Histórico ayudó a descentralizar la ciudad y abrió paso a una nueva era de desarrollo económico para Jalisco entero.

CT