Una comunidad en Tuxpan registra terremotos a diario, por lo que sus habitantes piden a las autoridades que acudan a realizar estudios.
Desde el 15 de abril, el piso vibra todos los días en la casa de Miguel, habitante de la comunidad de Los Mazos, en Tuxpan. A veces es leve, pero otros días, como el domingo pasado, “se siente tan fuerte que parece que se va a caer el techo”, dice mientras ríe, pero el agujero encima de su cocina parece crecer cada vez que lo señala.
“Todos los días hay temblores. En la mañana, tarde y noche. No tan fuerte como el de hace dos semanas (15 de abril), pero las paredes se mueven y empiezan a tambalear los cuadros, y el piso empieza a vibrar”, añade.
Miguel es de expresiones cortas y facciones reacias. Voltea hacia el agujero de su cocina y agacha la cabeza. Deja escapar una sonrisa socarrona, como de resignación. “Que (las autoridades) nos echen la mano, aunque sea en material para reconstruir nosotros. Hoy fue el techo, pero mañana podría ser la pared o el suelo que se vengan abajo. Sólo eso, que nos ayuden a reconstruir”, pide.
Pero Griselda, otra habitante de Los Mazos, cree que esa ayuda tardará. La comunidad, de 132 habitantes según el Inegi, es resguardada por brechas irregulares y parcelas de aguacate que se extienden por el paraje. Es un lugar recluído, tranquilo, donde sólo en algunos puntos, con suerte, hay señal telefónica. A 40 minutos de Tuxpan, los caminos de terracería son interminables, llenos de piedras, escombros y baches.
El 15 de abril, cuando se registró un sismo de magnitud 4.8, la iglesia del poblado resultó afectada: ventanales rotos, grietas pronunciadas en la fachada y daños estructurales. Fue clausurada. Desde entonces, las misas se celebran en la casa de una vecina “muy devota y bondadosa que nos lo permitió”, dijo Griselda,
“Al menos que arreglen la iglesia para que podamos regresar a misa como se debe. Nos dijeron que estaría cerrada hasta que ya no hubiera riesgo, pero ya va para tres semanas que sigue clausurada con los mismos daños”, concluye. Se le hacía tarde, precisamente, para misa.
Carlos Suárez, investigador de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos, explicó que desde esa fecha se han registrado más de 630 réplicas en la zona. Ninguna de ellas supera los cuatro puntos, aunque son perceptibles. “Las réplicas van disminuyendo y eso es normal, porque la zona después de un sismo se estabiliza”.
Descartó la formación de un volcán, como ha circulado en redes sociales, pues son “deslizamientos de talud que van a continuar porque la geología ahí es muy inestable”.
Suárez adelantó que, la próxima semana, el Estado y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), recorrerán la zona para identificar daños y atender a la población.